Mala’ikan jamás volvió a aparecer. No supe más de él. A Nikolai tampoco lo volví a ver. A veces nos enviábamos mensajes o llamadas telefónicas, pero yo, con el tema de destruir a Catalina, no podía apartarme del clan de Ray, mucho menos conectar con un vampiro tan antiguo, todo el mundo conocía a Nikolai, no por nada era el segundo más viejo, después de mi hermano y yo que teníamos la misma edad. A Marcos también le perdí el rastro hasta que una tarde fue a ver a Leo; tuve que proteger sus pensamientos para que Nick no se enterara de su sorpresa al verme allí.
―Hola ―saludó
y se me quedó mirando.
―Hola ―respondieron
los demás, ajenos a lo que ocurría, solo se dieron cuenta de que no dejaba de
observarme.
―Él es
Manuel ―me presentó Nick―, es nuevo con nosotros, hace poco salió de las garras
de Marina, ¿lo conoces?
―No,
jamás lo había visto ―respondió por orden mía a su subconsciente.
―Sí, se
convirtió hace apenas unos cincuenta años y estuvo con Marina mucho tiempo ―agregó
Ray.
―Cincuenta
años… ―meditó―Quizá por eso no lo había visto antes.
―Posiblemente.
Leo
entonces me miró.
―Él es
Marcos, un viejo amigo del clan, él nos ayudó con Marina cuando fue lo de mi hermana,
él fue quien nos convirtió ―me explicó.
―Mucho
gusto, Marcos ―saludé.
―El
gusto es mío, Manuel. Manuel, ¿verdad?
―Sí,
ese es mi nombre.
Marcos
estaba muy sorprendido, si no esperaba verme allí, mucho menos pensó verme
fingir que era casi un neófito, pero no podía darle explicaciones en ese
momento, ya se las daría en cuanto fuera oportuno.
―¿Tienes
alguna novedad? ―le preguntó Leo.
―Sí,
sí. ―Me dio una breve mirada y luego se dirigió a Ray―. Marina está más cerca
de lo que creen.
―¿A qué
te refieres?
―Deben
prepararse para la batalla final.
―Ya
estamos preparados para eso ―intervino Max―, desde que fuimos convertidos hemos
sabido que este momento llegaría.
―Sí, lo
que no saben es que tienen que encontrar a la hechicera.
―¿A la
hechicera?
―Así
es, la única que puede acabar con Marina de una vez.
―Eso no
estaba en nuestros planes, jamás nos lo dijiste ―replicó Leo.
―Ahora
se los estoy diciendo.
―¿Y
dónde la encontraremos?
―Ella
llegará a ustedes, el trabajo que les toca es descubrirla, está oculta bajo
capas y capas de olvido, puede que ni siquiera tenga idea de que es bruja.
―Será
buscar una aguja en un pajar ―protestó Ray.
―Tienen
ayuda sobrehumana, no será tan difícil.
―Tendrá
que ser pronto, queda una docena de años, podrías habernos avisado antes,
habríamos salido a buscarla ―replicó Max.
―Es
cierto, pero ya les dije, no tienen que salir a buscarla, tienen que
encontrarla.
―Si nos
tenemos que quedar sentados a esperar, no será fácil encontrarla ―repuso Max
―Nadie
dijo que sería fácil.
―Si nos
hubieras avisado antes… ―insistió Leo.
―No
habría servido de nada. Ahora es cuando aparecerá, hasta el momento ha estado
oculta de la vista de ustedes.
―Está
bien, haremos lo que nos digas, ayúdanos para descubrir que es ella cuando la
veamos.
―En
eso, lamentablemente, no los podré ayudar, deben descubrirlo por ustedes
mismos.
―¿Y si
no lo logramos?
―Lo
harán, pierdan cuidado, tendrán la ayuda cuando se requiera.
Dio una
breve mirada en mi dirección.
―Manuel nos ayudará ―dijo Nick, a quien no se le pasó por
alto el gesto de mi amigo, pese a mantener la mente de Marcos cerrada a sus
verdaderos pensamientos.
―Cada una de las personas que lleguen a ustedes serán
importantes para la batalla, incluso un neófito como Manuel.
―Estaremos
atentos ―aseguró Ray.
―Perfecto.
Ahora me voy, tengo otros clanes que visitar.
―¿Sigues
solo? ―consultó Max.
Marcos
se quedó pensativo, no contestó de inmediato, el problema de cubrir su mente de
la de Nick, era que yo tampoco podía ver sus pensamientos.
―Algo
así.
―¿Qué
significa eso? ¿Tienes un clan?
―No,
eso no. Bueno, me voy. Nos vemos en unos años.
―Está
bien.
Se
despidió de todos y cada uno, cuando llegó mi turno, extendió su mano y la
estrechó con fuerza.
―Hasta
pronto, Manuel, espero verte pronto.
―Eso
espero yo también ―respondí.
El
grupo se hallaba absorto en sus pensamientos, se preguntaban quién sería esa
hechicera a la que debían encontrar, por lo que la actitud de Marcos hacia mi
persona no les llamó la atención, no a todos.
―¿Tú
sabes algo, Manuel? ―me preguntó Leo.
―¿Algo
de qué?
―De la
hechicera, Marcos te miró como si tú supieras algo.
―Yo
creo que me miró sin saber si hablar delante de mí o no, ¿cómo puedo yo saber
algo? Yo sé que esa mujer debe ser destruida, pero de ahí a saber cómo… Hay un
abismo de diferencia.
―Es
cierto, Leo, Manuel todavía no sabe nada de esta lucha que deberemos librar ―concilió
Max.
―Yo
estoy dispuesto a ayudarles en lo que esté en mi mano, ya se los dije, y si
tengo que usar mis poderes para encontrar a la bruja que la destruirá, lo haré.
―Perfecto
―sentenció Ray―. Entonces, tendrás que abrir muy bien los ojos para saber quién
es ella. Todos tendremos que estar alertas para encontrarla. Nos quedan apenas
unos pocos años para encontrarla y prepararla, en especial si no recuerda que
es bruja.
―Tendré
todos mis sentidos abiertos ―prometí.
Dio una
señal de aprobación con la cabeza.
Aquella
noche salí a cazar, eso dije, ya que en realidad, fui a visitar a
Marcos.
―¿Por
qué no me dijiste que estabas con ellos? ―me increpó nada más aparecer ante él.
―No
tuve tiempo.
―¿No
tuviste tiempo? ¡Esto lo llevas planeando por años, Medonte!
―Es
cierto, solo que no sabía el momento exacto en el que se iban a dar las cosas.
―Me
sorprendió verte allí, ¿te das cuenta de que Nick puede leer la mente? Seguro
ya sabe que tú y yo nos conocemos de hace mucho más tiempo que tus supuestos
cincuenta años.
―No
sabe nada. Cerré tu mente para él, solo dejé que viera lo que tenía que ver.
―Esto
es demasiado importante, Medonte, no podemos darnos el lujo de perder.
―Lo sé,
créeme cuando te digo que esto es tan difícil para mí como lo ha sido para ti,
solo que yo no me puedo dar el lujo de dejar mi autocontrol, todo el tiempo
debo estar alerta. Ellos no pueden confiar del todo en mí.
―¿Por
qué? ¿Por qué no les dices que tú eres el padre de la hechicera que debe acabar
con Marina? ¿Por qué no les dices que tú no tienes cincuenta años, si no que
más de dos milenios?
―¿Y por
qué tú no dijiste que tu mujer es mi
nieta, la hija de Ray? ―repliqué.
Se
quedó en silencio.
―Yo
siempre supe que eras importante en la vida de mi hija, en la mía propia, en
esta batalla, pero estás con ella más de cuatro siglos, ¿no tuviste un momento
para decírmelo?
―¿Te
molesta?
Su
rostro y sus pensamientos me indicaron que se sintió desleal conmigo.
―No, no
me molesta, sé por qué lo hiciste, así como tú tienes que mantenerla a salvo,
cosa que te agradezco, también yo tengo que hacer cosas que no me gustan porque
es parte de este proceso. Yo tuve que perder a mi familia, a mi hija de modos
espeluznantes para tener la motivación suficiente para querer acabar con
Catalina. Así tiene que pasar con el clan de Ray, él debe tener el impulso
necesario para terminar con todo esto. Mi hija… Mi hija todavía tendrá que
sufrir un poco más, ¿crees que me gusta? ―Marcos negó con la cabeza―. No. No me
gusta, pero así tienen que pasar las cosas. Tú tienes que ocultar a mi nieta,
tienes que ocultar tu gran amor para mantenerla a salvo. Aunque eso no quita
que me lo podrías haber dicho.
―¿Y
Marina? Ella no desconfía de mí, ni siquiera sabe que existo, al estar solo,
puedo moverme en libertad y con sigilo, de haberte dicho, ¿no lo hubiera
descubierto?
―Tienes
razón. Esa mujer podría haberse enterado. Es mejor así.
―¿Qué
quieres que haga?
―Quiero
que te apartes de todo esto. Ve a otra parte del mundo. Catalina no se moverá
de aquí, no en estos últimos años. Está quedando sin energía.
―¿Por
qué me tengo que ir?
―Porque
no puedes arriesgarte ni arriesgar a Andrea.
―¿No
quieres conocerla?
―Aún no
es tiempo.
Movió
la cabeza afirmativamente.
―¿Y por
qué me reclamaste entonces? ―me interrogó con algo de diversión.
―Porque
tú me estabas atacando a mí ―respondí de igual modo.
―¿Qué
harás ahora?
―Debería
golpearte.
―Yo no
me quedaré esperando a que me golpees sin defenderme, lo sabes, viejito ―se
burló sin respeto.
―¿Ah,
sí? Perfecto, ven aquí, muchachito, veremos quién es más fuerte.
Se
largó a reír y yo también, jamás lo atacaría y sé que él tampoco lo haría conmigo.
―Jamás
serás competencia para mí, me da miedo lastimarte ―reculó al fin.
―Sí,
claro, lo entiendo muy bien.
―Ya,
dime, en serio, ¿qué harás?
―Seguiré
el rumbo marcado ―respondí con disgusto.
―No
quieres.
―Por
supuesto que no quiero. Quisiera sacar a mi familia de toda esta mierda y que
vivan de una vez en paz. Llevo milenios esperando este momento y todavía no es
seguro que ganemos.
―Saldrá
bien, no puede ser en vano tanta espera.
―Eso
quiero creer.
―Eres
poderoso, Medonte, no dejes que el desánimo te gane justo ahora.
―Es lo
que no quiero.
―Faltan
menos de veinte años. ¿Quince?
―Doce.
―¡Nada!
Nada para quien ha vivido tanto.
―Para quien ya está cansado de vivir es una eternidad.
―No
puedes dejarte vencer justo ahora, Medonte, eres mi referente, por ti he hecho
todo, tú has sido mi padre, mi amigo, mi mentor…
―Y
también el mío ―intervino Nikolai que llegó hasta donde me encontraba con
Marcos.
El
abrazo fraterno no se hizo esperar. Los tres llevábamos muchos siglos sin
juntarnos.
―¿Qué
haces aquí?
―Las
noticias de que se está desencadenando todo para terminar con Catalina han dado
vuelta el mundo y me dijeron que estaba decayendo tu ánimo.
―¿Viniste
a ayudar? ―le consulté.
―No
todavía, vengo a ver cómo están.
―Quien
te haya dicho lo de Medonte es verdad, está a punto de darse por vencido ―contestó
Marcos por mí.
―Medonte,
has vivido por y para este momento, no puedes rendirte ahora.
―Lo sé,
lo sé, por supuesto que no cejaré ahora, es solo que… A mi hija le falta tanto
sufrimiento.
―Es lo
último, después de eso, vivirá feliz, en paz y sin una sombra de peligro. ¿Acaso
no has luchado toda la vida por ello, incluso cuando no la recordabas? ¿O te
olvidas de que tu corazón te hizo ver en la hija de Livia a la hija que
perdiste y la criaste como tuya?
―No lo
olvido.
―Siempre
has vivido por ella, ahora que su liberación está tan cerca no puedes darte por
vencido, ahora, más que nunca, debes tener la fuerza para seguir adelante. Falta
el último pequeño esfuerzo y tendrás a tu hija de vuelta. A tu verdadera hija.
Resoplé.
―Tienen
razón. Vivir tanto tiempo con esa mujer y ahora con el clan de Ray, pendiente
de cada pensamiento para no ser descubierto me ha pasado la cuenta y ha sido
más pesado que todos los siglos que viví ignorante de quién era y de mi pasado.
―Por
eso no se te abrió todo antes, ¿te imaginas dos milenios con todo eso dentro?
No habrías sido capaz.
―Hubiese
buscado la forma de terminar con mi existencia.
Nikolai
se acercó y puso su mano sobre mi hombro.
―Estoy
seguro de eso y agradezco que Mala’ikan no te haya hecho ver todo eso antes.
―¿Sabes
algo que yo no?
―Solo
sé que fue él quien me envió a darte ánimos. Marcos está demasiado involucrado
con tu nieta, si tuviera que elegir entre tu hija y su mujer, no tiene ninguna
duda sobre a quién elegiría.
―Es
algo normal ―defendí.
―Sí,
por lo mismo no es buen consejero en este momento, además, tú y yo hemos vivido
muchos más años juntos, te conozco de toda mi vida, formamos los primeros
clanes de vampiros, aprendimos juntos en este camino, estuviste cada vez que te
necesité, ahora quiero estar para ti.
―Gracias,
Nikolai.
Me dio
un afectuoso abrazo que recargó mis energías y sentí que podía acabar con Marina
y con quien se interpusiera en mi camino para destruirla.
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