Después de cuatro siglos de trabajar para Marina, ya sabía muy bien su modus operandi. Era una mujer que se ganaba la lealtad de la gente a base de amenazas y mentiras. Además, tenía a muchos seguidores que la admiraban por su fuerza y su maldad, seres tan malvados como ella.
Por fin, había llegado el momento de dar los últimos pasos
para acabar con ella. Aunque todavía quedaran varios años por delante, el fin
estaba muy cerca.
―Manuel
―me dijo una tarde―, tienes que encontrarla. Ella debe estar por nacer… O quizá
ya nació… Puede ser que… ―hablaba casi para sí misma.
―¿Tienes
miedo? ―pregunté sin pudor.
―¡Por
supuesto que no! Ella jamás ha sido capaz de ganarme, ¿qué te hace pensar que
me ganará esta vez?
―Yo no
he dicho nada, solo te pregunté, es que me parece raro que estés tan nerviosa.
―No
estoy nerviosa, solo quiero dar mis pasos bien pensados. Mi madre quiere protegerla
de mí hasta el último minuto. ¿Te das cuenta de que solo en esta vida ella
estará viva para acabar conmigo en el momento preciso?
―¿Y por
qué no la acabas tú primero?
―No puedo
hacerlo. El día de la batalla…
―¿Y no
bastaría con que no te presentaras?
Ella
bajó la cabeza. Jamás había hablado de ese tema con ella.
―Si no
vas al lugar donde será la batalla, no correrías peligro ―insistí.
―No
puedo hacer eso.
―¿Cómo
no?
―Si yo
no voy a dar la pelea, me muero. Al menos, si peleo, tendré una oportunidad. Con
mi hermana, estoy segura de que puedo ganar, pero debe ser ese día.
―¿Cómo
es eso de que te mueres?
―Necesito
de su energía para poder vivir. Durante todos estos años, me he alimentado de
ella, o de lo que quedaba de ella. En su última vida, no pude matarla.
―Lo
hiciste.
―No,
ella se salió de su cuerpo y, peor, ella estaba embarazada… Eso la hizo más
potente. Luego, simplemente se fue. Se fue al lado de mamá. Si no la
mato ahora, en el eclipse lunar…
―Por
eso estás tan preocupada de que sobreviva hasta ese momento.
―Así
es, lo que no significa que no la quiera ver sufrir.
―Y eso
sería por…
―Haces
demasiadas preguntas, Manuel, ¿me vas a decir que quieres defender a tu preciada
hijita?
―Sabes
que apenas la conocí, además, sé que tengo una hija, pero no la recuerdo, no
tengo memoria de ella. Lo sé porque me lo han dicho. Además, han pasado
demasiados años, no albergo sentimiento alguno por ella.
―Eso espero.
―Sabes que no miento. No puedo ocultarme de ti, ¿o sí?
―No. ―Se encogió de hombros―. Entonces, la vas a buscar y me
vas a decir dónde vive, con quién, qué hace, a qué se dedica… Ya veré yo que
hacer con esa información.
―Perfecto.
Salí de su presencia y tardé, a propósito, diez años de la
vida de mi hija para decirle a Marina que la había encontrado. Hubiese demorado
más, pero ella me buscó para cerciorarse de que no le mentía, así que tuve que
decirle que al fin la había hallado.
―Cumpliste con tu trabajo, Manuel. Muchas gracias.
―¿Y ahora?
―¿Ahora? Ahora vas a ir con Raymond Kaulitz y los demás para
infiltrarte y saber qué hacen. Cuando llegue el momento, les enviaré a mi
querida hermana con ellos, les harás creer que soy yo para que la mantengan
oculta hasta el día D, luego, apareceré yo y la mataré, ella no habrá tenido
opción de aprender nada de magia si está con ellos. Mientras tanto me ocuparé
de que no se entere de nada.
―¿Cómo podrán creer que eres tú si ella no tiene parecido a
ti? Es decir, ella no tendrá tu carácter, ni tu…
―Deben creer que soy yo y que no recuerdo nada de mi vida.
Tú se los harás creer. Puedes hacer eso, ¿no es verdad?
―Por supuesto.
―Hazlo. No me contactes si no es necesario, no quiero ningún
error.
Hubiese querido quedarme con mi hija, pero al menos sabía
que no la asesinarían.
Me fui a Inglaterra, allí se encontraba Raymond y Joseph
haciendo negocios. Max y Leo buscaban a Marina, ellos buscaban matarla vida
tras vida, solo lo consiguieron la última vez, porque ella lo permitió para sus
planes.
Los seguí por varios días. Un día, tomaron un vuelo de
regreso a Chile, así que supuse que se encontrarían en su refugio en las
afueras de la capital, cerca de la costa, ese era su punto de reunión, un lugar
muy alejado de todo y de todos.
Llegué al lugar y me escondí en el bosque. Una noche, ellos
estaban cazando y corrí como si me persiguiera alguien. Los encontré por casualidad.
Les pedí ayuda y ellos me acogieron en
su casa para protegerme. Les hice ver a Ricardo escapando de ellos.
―¿Por qué te perseguía Ricardo? ―me preguntó Ray.
―Por abandonar a Marina.
―¿Eras parte de su clan?
―¿Alguien es parte de su clan? No. Esa mujer es mala, es una
desgraciada. Si pudiera acabar con ella…
―Eso es lo que nosotros queremos ―me dijo Leo.
―Ella arruinó a mi familia. ―No mentí.
―¿Qué estás dispuesto a hacer?
―Lo que sea necesario.
―Para destruirla hay que esperar el momento justo.
―Estoy dispuesto a hacer todo para terminar con esa bruja.
―¿Marina lo envió a matarte? ―me preguntó Nick.
―No. No. En su última vida se presentó un problema. ―Leo y
Max se miraron―. Su muerte no fue la esperada y no pudo escapar de su cuerpo y
ahora debía reencarnar. Volver a nacer como cualquier mortal.
―¿Ya nació?
―Sí, sí, supongo que debe tener unos diez, doce años. Aunque
no sé cómo será.
―¿Sabes quién es?
―No, pero podría averiguarlo.
―¿Hace cuánto eres vampiro?
―Cincuenta años. Me convirtió por error un tipo al que jamás
volví a ver.
―¿No sabes quién es tu padre?
―No.
Ray asintió con la cabeza.
―¿Y tus dones?
―Soy rastreador de tiempo y espacio. Puedo ver quién fue
cada uno en su vida o de algún lugar, quién estuvo allí.
―¿Ya?
―También puedo manejar los elementos: agua, fuego, tierra y
aire, como ataque.
―Bastante para un recién convertido ―meditó Leo.
―Y puedo provocar visiones ―concluí.
―¿Solo eso?
―Estoy aprendiendo a desaparecer.
―¿Estás aprendiendo o lo sabes?
―La verdad es que no ―contesté avergonzado―, no me resulta.
―Bueno, aquí podrás aprender ―me dijo Ray.
Yo sabía que ellos no confiaban en mí porque sabían mi
conexión con Marina y Ricardo, pero así era como debía funcionar. Ambos bandos
debían creer lo opuesto a la realidad: Marina debía creer que yo era
incondicional a ella y Ray, que estaba allí para traicionarlos.
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