Páginas

jueves, 4 de febrero de 2021

9: Mi primer clan

 ―¿Qué me ocurrió? ―preguntó Livia y se sorprendió de su nuevo tono de voz, más claro y potente.

―Fuiste convertida ―respondí lacónico.

―¿En lo que tú eres?

―Supongo. Algo pasó, debiste morir, pero no lo hiciste, al contrario, ahora estás sana y… diferente.

―Veo todo diferente.

―Lo sé, también te sientes extraña, así será hasta que te acostumbres a tu nueva condición.

Dos golpes en la puerta interrumpieron las palabras de Livia, era Abril.

―¿Puedo pasar? ―preguntó asomando la cabeza.

―Claro, claro, pasa, tu madre ya despertó ―respondí.

Se acercó y la vio repuesta, sana e, incluso, más joven.

―¿Qué pasó aquí? ―nos interrogó recelosa.

―Tu madre se recuperó.

―Hace un momento estaba a punto de morir.

―Quizá nos equivocamos.

―Medonte, no me trates de idiota, sé muy bien que no fue un error y que esto no es normal, ¿acaso es como tú?, ¿le hiciste un hechizo mágico para que se convirtiera en lo que tú eres? ¿La salvaste para ser un fenómeno como tú?

Me quedé de piedra, Abril nunca había cuestionado nada de mí, sin embargo, en ese momento, me recriminaba lo que era y en lo que se había convertido su madre.

―Hija, ¿por qué te molesta?

―Porque no quiero a mi madre convertida en algo que nadie sabe lo que es, tampoco quiero que mi prometido se entere de esto, ¿qué va a decir? Si no quiere casarse... ―sollozó con frustración.

―Quédate tranquila, Nikolai lo entenderá ―intercedí.

―Si no lo entiendo yo, Nikolai lo entenderá menos.

―¿Te ha dicho algo?

―No.

―¿Entonces?

―Medonte, tú eres muy extraño, perdóname, pero eso está a la vista de todos y ahora mi mamá será objeto de miradas y murmuraciones.

―Debes calmarte, Abril, estás preocupándote por algo que ni siquiera ha sucedido, no sabes qué dirá Nikolai, ni si comprenderá la situación o no; de todas formas, considero que, en vez de estar enojada de esta manera, deberías estar feliz de la recuperación de tu madre.

―¡No estoy feliz de esto! Ella iba a morir y así debía ser.

―¿Qué dices? ―inquirí molesto.

―¡Eso! ¿Tú crees que me gusta ser la hija de la empleada?

Si no hubiese sido porque sabía que mi fuerza y dureza era un peligro para la integridad física de esa joven, le hubiese dado un buen golpe.

―Livia jamás fue mi empleada, ustedes han sido mis protegidas todos estos años y nunca las he mirado como inferiores.

―¿Y por qué nunca quisiste estar con ella?

―Por razones que tú no entenderías.

―Soy lo bastante grande como para entender las cosas ―respondió desafiante.

―No puedo estar con tu mamá, o no podía, mientras era una humana común.

―No mientas, tú nunca has querido casarte con ella porque era una simple sirvienta.

―Tu madre fue la esposa de un líder de los dorios, cuando llegó a mi lado, se convirtió en mi compañera, si las salvé no fue para que me sirvieran, que, para eso, tengo bastante gente; has sido criada como una princesa, aquí me consideran su rey, su líder indiscutible e, incluso, algunos me consideran un dios encarnado, para todos eres mi hija, si no fuera por eso, Nikolai no habría pensado en casarse contigo.

―Nikolai me ama.

―No lo dudo, sin embargo, debes concordar conmigo en que él se acercó a ti, en principio, por ser mi hija y él, como jefe de los soldados, era el indicado para ser tu esposo.

Guardó silencio unos segundos. Livia se había convertido recién y necesitaba alimentarse, podía sentir su respiración agitada y debía sacarla de allí, antes de que cometiera una estupidez. Tomé a Livia del brazo y comencé a salir, Abril me detuvo.

―Dime que no la llevarás a matar.

―No matará.

―No sabes mentir.

―No sé qué pasará, pero no la dejaré convertirse en asesina, de todas formas, es mejor que se alimente fuera de aquí antes que de ti, ¿no lo crees?

Se asustó, pude sentir los latidos apresurados de su corazón. Me soltó el brazo y yo saqué a Livia de allí.

―¿Cómo te sientes?

―Con ganas de matar.

―Lo sé, debes controlarte un poco más.

―Quería lanzarme contra mi hija, Medonte, ¿te das cuenta? La puedo matar en cualquier momento.

―No, eso no pasará, si te pudiste controlar al despertar, te controlarás mejor después.

―¿Estás seguro?

No lo estaba, pero no se lo diría.

―No te preocupes, querida, las cosas estarán bien.

―Si la mato, no me perdonaré jamás.

―No serás capaz, la esencia no cambia.

Decidí llevarla a un pueblo cercano, pero antes de llegar vimos a un grupo de hombres a la salida del bosque. Sin pensarlo y sin poder controlarse, Livia saltó sobre uno de ellos y lo mordió, sin cuidado ni contemplación. Los otros tres hombres se sorprendieron en un primer momento y quedaron estáticos; poco después, reaccionaron y se lanzaron sobre ella. Yo los detuve y los hipnoticé para que no intervinieran.

Aparté a Livia del hombre, antes de que lo matara. Ella se me resistió un poco, pero se dejó hacer.

―Quiero más ―suplicó.

―Ahí hay tres hombres más, ve con ellos, yo me haré cargo de este.

No tuve que repetirlo, se dirigió de inmediato a otro de los hombres y se alimentó. Aquella vez, se detuvo sola, no tuve necesidad de detenerla. Continuaba con hambre, por lo que siguió con otro de los hombres.

Al sentirse satisfecha, provoqué que ellos corrieran pensando que un animal los estaba atacando. Eso siempre funcionaba.

―¿Lista para volver a casa?

―Sí.

―¿Ves que pudiste controlarte con esos hombres? Con mayor razón podrás con tu hija.

No dijo nada. Caminamos en silencio por un buen rato, de pronto, me detuvo.

―¿Por qué lo hiciste?

―¿Hacer qué?

―Esto. Convertirme en una como tú. Por qué ahora y no antes.

―Porque no sabía que lo podía hacer. Esto fue casualidad, no fue porque lo buscara, de haberlo sabido antes...

―¿Me hubieras convertido antes?

―Por supuesto que sí, ¿crees que hubiese permitido tu sufrimiento del último tiempo?

―Eres un buen hombre, Medonte, espero que algún día puedas encontrar la paz que necesita tu alma.

Ladeé la cara algo confundido, esas palabras sonaron a despedida.

―Te mereces la felicidad que tan temprano te fue arrebatada...

―¿Qué pasa, Livia?

―No sé si pueda volver a nuestro hogar, no sé si podré controlarme, no quiero hacer daño...

―¿Y qué harás? No puedes irte, sola por el mundo será más peligroso para ti y para los demás.

Se abrazó a mí y escondió su cara en su pecho.

―Estuve a punto de matar a ese hombre, ¿te das cuenta?

―Pero no lo hiciste, te controlaste muy bien, mucho mejor que yo al principio. Y con ustedes me he podido controlar todo este tiempo, tú también lo harás.

―¿Y si no?

―Lo harás. Te necesito, Livia, no puedes dejarme ahora.

―Te iba a dejar de todas maneras.

―Pero no ahora, no así, ¿te das cuenta de lo que esto significa? Podremos estar juntos, podemos vivir para siempre...

―Para siempre es mucho tiempo.

―Quizá, más adelante, abriremos nuestros caminos, pero ahora te necesito y tú me necesitas a mí, Livia, no te puedes ir.

La aparté un poco y acuné su rostro que se había tornado más albo con la transformación. La contemplé unos minutos. Era una bella mujer, ya lo sabía, solo que se había vuelto más deseable. Y la besé. La besé con el cariño que había crecido en todos esos años, con la tranquilidad de saberme amado por ella y por la seguridad de que estaríamos juntos sin prisas.

Abril se tomó muy bien el hecho de que su madre y yo estuviéramos juntos, cómo no, dejaría de ser la “empleada”, como la había llamado. Niña malcriada.

Nikolai, por otra parte, no mencionó nada, simplemente lo dejó pasar, como todo lo anterior. Nunca hizo mención de cosa alguna respecto a mí o a mis poderes, para él, le bastaba saber que no le haría daño ni a él ni a su familia. Y eso estaba claro.

El matrimonio de Abril y Nikolai fue todo esplendor, la comida, la bebida y los adornos tenían el sello de mi protegida, solo lo mejor para su día.

Un año más tarde, nació el pequeño Girbal, lamentablemente, Abril murió en el parto. No pudimos hacer nada. Intenté convertirla, no lo logré. Su corazón dejó de latir al mediodía a fines de abril. Livia no pudo soportarlo y se fue de mi lado, no quería que los recuerdos de su hija la atormentaran. Sentí que también para mí era momento de irme.

―Desde ahora serás el nuevo Rey del lugar ―le indiqué a Nikolai.

―No, Medonte, no puedo con esto solo ―replicó.

―Debes poder, eres el guerrero más valiente de todos los pueblos vecinos, has vencido más ejércitos que cualquiera, tienes a tu mando a más de diez mil hombres, todos te temen y respetan, ¿cómo puedes decir que no puedes?

―No puedo, estoy solo, Abril murió, Livia se fue y tú también te vas. Mis padres creen que estoy maldito, que por eso falleció mi mujer y me quitaron a mi hijo; obvio que como hombre no me puedo hacer cargo de él, pero ya ves, tampoco me dejan verlo. No puedo, Medonte.

―¿Qué pretendes hacer?

―Llévame contigo.

―No puedo.

―Sí, puedes, tú has sido más padre para mí que mis propios padres, que siempre me han repudiado, déjame ser como tú.

Me quedé estático, ¿cómo me pedía eso? ¿Acaso sabía lo que yo era?

―Escucha, yo sé que tú no eres un dios, quizá sí, medio dios, pero tus poderes actuales no te los dio la divinidad, tus poderes vienen de otra parte, tú eres un convertido.

―¿Un convertido? ―¿Qué sabía él que no supiera yo?

―Escucha, en una de mis tantas batallas, conocí a una mujer, Catalina, ella me habló acerca de una nueva raza que se estaba creando, una raza inmortal y poderosa; me invitó a participar a cambio de traicionarte a ti y a nuestro pueblo, por supuesto, no acepté, ya estaba comprometido con Abril y no quería dejarla, tampoco a ti, ya te dije que tú eres un padre para mí, por eso nunca he cuestionado, ni tu procedencia, ni tus poderes, ni siquiera tu alimentación.

―¿Sabes de qué me alimento?

―Sí, recuerda que cuando era pequeño no me despegaba de ti.

―Y me seguías.

―Quería seguir todos tus pasos, eras... eres mi referente.

Sonreí, ese joven que tenía frente a mí había sido más leal que nadie y no lo defraudaría.

―¿De verdad quieres ser como yo?

―Estoy seguro.

―Perfecto, el proceso no es fácil.

―No me importa.

Asentí con la cabeza y acerqué mis colmillos a su cuello, él sería el primero de mi primer clan.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Bienvenidos a comentar con respeto.