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martes, 27 de abril de 2021

38: Regreso


Llegamos al departamento de Leo en pocos minutos. Ray la llevó en sus brazos directo a la habitación. En ese lugar se encontraban, además de mis amigos, Sabrina, la exnovia de Leo, y Nicole, la nueva novia de Max.

Nick me entregó los papeles en los que Sabrina había escrito los enigmas que le había entregado su fallecida madre.

―¿Qué significa esto?

―Aún estamos descifrándolos.

―¿Qué harán de ahora en adelante?

―Por lo pronto ―respondió Max―, volveremos a la casa del bosque, les contaremos a las chicas todo lo que somos, cómo llegamos a esto y buscaremos un plan de acción.

Pude sentir que Max estaba confundido. Busqué en su mente la razón de su desconcierto: era Nicole. Ella les había dicho que era Sonya, cosa que no era cierto, esa mujer era una impostora, hechizada, quizá, por Catalina, pues ella estaba convencida de que lo era. Solo en una cosa se habían equivocado, la muerte de su hijo no fue a manos de Ricardo, Catalina lo asesinó y, según la mente de la joven que tenía al frente, de mirada altiva y ávida de deseo y poder, la muerte del hijo de Sonya y Max fue a manos de Ricardo.

―Manuel, ¿tú crees que Sabrina sea la hija de la Gran Hechicera? ―me preguntó Leo.

―Su madre fue una gran hechicera, Leo, lo pude ver mientras leía lo que ella escribió y lo más probable es que ella sea la compañera de Abril.

―¿Y yo? ¿Acaso yo no voy a ayudar?

Me giré para observar a la impertinente de Nicole, no aprendía ni siquiera con el escarmiento que le había dado Ray. Max la apegó a su cuerpo.

―Tú no eres hechicera, Nicole ―contesté con paciencia―, tú serás vampira, compañera de Max y de nosotros en la batalla.

―¿Me van a convertir, entonces? ―preguntó alegre, demasiado para mi gusto.

―Es lo más seguro… para ti.

Por fuera mantuvo la compostura, por dentro, gritaba y bailaba.

―No te emociones tanto, la transformación no es agradable ―indicó Nick al notar sus pensamientos.

Max se sorprendió y la miró.

―No he dicho nada.

Nick sonrió irónico y se fue al ventanal. Max buscó mi mirada, yo alcé una ceja. Él se sentía atraído por ella, pero no podía sentir lo mismo que con Sonya y no lograba encontrar a su mujer en esa joven.

―Será mejor que vayas a dormir, Nicole ―hablé―, ya es tarde y mañana nos iremos a la casa del bosque y quizá sufras la transformación.

―Sí, ya estoy cansada ―mintió.

Max la llevó a la habitación y, una vez dormida, volvió a la sala, donde cada uno estaba metido en sus pensamientos.

―Manuel, ¿cómo fue que encontraste a Abril? ―me preguntó Leo.

―Fue casualidad ―les dije―, yo buscaba a unos tipos que debían morir y Abril había llegado a ellos, me alegro de haber llegado antes de que le hicieran más daño.

―Qué gran casualidad ―musitó Leo.

―Quizá no fue casualidad. ―respondió Max, él no desconfiaba de mí―. A lo mejor el destino lo tenía preparado así para que volvieras con nosotros, yo estoy seguro de que tú sabes mucho más de lo que nos has dicho y creo que está llegando el momento de que nos lo digas.

Sonreí apenas.

―Sí, puede ser, ya falta muy poco para que todo acaba y hay que ir paso a paso.

Ninguno dijo nada; aunque miles de preguntas pasaban por sus mentes, nadie se atrevió a hablar.

―Estamos a un paso de que todo se desencadene, debemos permanecer firmes. No puedo ver el futuro de esto ni cómo terminará, ustedes lo saben bien, es uno de los pocos sucesos que me está vedado, aun así, ya viene el fin y tanto Abril como Sabrina deben estar preparadas.

―¿Y Nicole? ―inquirió Leo.

―Nicole será vampira, neófita, esa será su arma, no es mucho lo que necesitará.

―Pareciera que no te agrada ella ―mencionó Joseph.

―¿Nicole? No es que no me agrade, pero ella será vampira, tendrá dones y fuerza sin mover un solo músculo, en cambio, Nicole y Abril deberán aprender a canalizar su energía. Es más difícil aprender a usar magia que aprender a pelear ―respondí.

―Es verdad ―accedió Max―, además, Nicole lleva mucho tiempo esperando ser convertida; sin embargo, Abril y Nicole le temen a su propia sombra, nunca quisieron esto para sus vidas.

―Sí, les está costando asimilar todo esto ―concordó Nick.

―Y todavía no saben bien a qué se enfrentarán ―meditó Leo.

―Así es, por eso debemos darle nuestra confianza y apoyo a Abril y Sabrina.

―Estoy de acuerdo ―dijo Max―. Nicole no necesita nuestro empuje, ella se lo da solita.

Pese a que lo quiso decir con orgullo, la amargura le salió por los poros.

Coloqué mi mano en su hombro en silencioso apoyo, me miró con todos sus sentimientos en carne viva; cerré su mente a Nick.

“Necesito saber que esto está bien, lo necesito”, pensó con angustia.

“Todo terminará bien”, le aseguré.

Él me miró con sorpresa, pero se recompuso de inmediato. Miró a Nick, quien conversaba con Joseph al lado de la ventana. Volvió su vista a mí.

“No estoy equivocado, tú eres mucho más de lo que dices”, me habló, seguro de que lo podía escuchar.

“No es tiempo de develar mi verdadera identidad, ya llegará el momento, pero te aseguro algo, todo lo que he hecho y todo lo que haré, es para acabar con Marina”, le aseguré.

Asintió con la cabeza, puso su mano sobre la mía que seguía en su hombro.

“Eres un buen hombre, Manuel”

“Gracias”.

Abril se quejó en el dormitorio. Puse mi atención, mi Selena estaba con ella, se despedían, mi pequeña había conocido a su madre. Por fin. Eso significaba que quedaba muy poco tiempo para darme a conocer como su padre.

Joseph se apresuró a ir a la habitación al escuchar sollozar a su hermana. Leo se puso nervioso, pero él no se sentía con el derecho a ir a verla, no tenía la libertad que tenía su amigo.

―Quiere a su madre ―nos dijo Nick, que solo podía leer los pensamientos y no ver los sentimientos.

Ray y Joseph se alegraron de que Abril ya no estuviera oculta a sus ojos, así estaría mucho más segura.

 

Al día siguiente, a eso del mediodía, nos fuimos a la casa del bosque. Max me llevó a mí en su auto, por lo que pasé a mi departamento a buscar mi automóvil. No había rastros de Mala’ikan ni de la chica. Esperaba que ella se encontrara bien.

Nada más llegar a la casa del bosque, encendí la chimenea con mi poder sobre los elementos, como el fuego. Hacía frío. Se sentaron en la alfombra. Sabrina se acercó a Leo quien la recibió feliz. Yo me quedé de pie a un costado de la chimenea.

Nick tomó la palabra.

―La historia nuestra se remonta a cinco siglos atrás, al año 1512 en Europa, específicamente en España, donde vivíamos.

―¿Y qué hacen aquí, en un país pequeño y…? ―preguntó Nicole con altivez, como si ella fuera europea.

―Con quinientos años a nuestras espaldas no podemos estar mucho tiempo en un lugar y con la tecnología y comunicaciones de hoy en día, no podemos darnos el lujo de que nos descubran, entonces, tenemos que movernos por diferentes lugares, además, la reencarnación de Marina, en esta vida, sería aquí, algo debe tener este lugar que lo hace especial, sobre todo para la guerra que nos espera.

―¿Con qué se supone que nos estamos enfrentando? ―preguntó Sabrina.

―Con fuerzas muy poderosas que vienen del principio de los tiempos ―contesté yo―, con fuerzas y seres que ni siquiera imaginan.

―¿Qué tipos de seres? ―preguntó Nicole.

―Seres poderosos, con magia capaz de matar y destruir en segundos, con seres que viven desde que la Tierra es Tierra y que año a año y siglo a siglo han multiplicado su conocimiento y poder. A ellos se les han unido algunos otros, seres malignos destinados a nacer en esta época para librar esta batalla que no solo nos afectará a nosotros, si no, a todos los seres vivientes. Si lo logramos, habremos salvado la Tierra, si no, será destruida por tiranos dictadores que abusarán de su poder para someter a todo aquel que no esté de acuerdo con el Nuevo Orden.

―Si es así, ¿cómo lograremos vencer? Míranos, somos cobardes, débiles; nosotras, yo por lo menos, no represento ningún peligro para ellos.

―No lo creas, hija.

Maribel hizo su magistral aparición desde el mundo de los muertos. Ella contó la historia tal como sucedió, hacía quinientos años.

Tras dos días de ver lo que había ocurrido hacía cinco siglos, las cosas que me perdí mientras dormí por veinte años, cortesía de Mala’ikan, mi hija se sentía todavía más confundida con lo que le había dicho su madre, no entendía por qué le había hablado de mí si era Ray quien estaba dispuesto a dar su vida por ella, ¡cómo no!, cuando yo la tuve que defender mil veces de sus ataques de ira, incluso, en ese momento, él seguía sin confiar del todo en sus capacidades, mientras que yo estaba seguro de que sería una hermosa mini versión de su madre. Sin querer, hice un gesto de desagrado que ella notó, pues se dio cuenta de que yo podía leer las mentes. Salí del salón para no exponerme. Necesitaba calmarme, recuperar mi compostura, todavía no era tiempo para que decir quién era yo y qué papel jugaba en todo aquello.

Una vez calmado, pude escucharla hablar con Ray de mí. Volví al salón en el preciso momento en el que él le preguntó si temía que los traicionara al final. Negó con la cabeza y, al hacerlo, me vio. Su ser interior buscaba la respuesta de cómo encajaba yo en su vida y a poco estuvo de descubrir la verdad.

―Yo no los traicionaré. ―Llegué a su lado para cortar sus pensamientos―. Tienes dentro de ti todos los poderes, solo necesitas sacarlos, entrenarlos. Serás más fuerte que todos nosotros juntos y acabarás de una vez por todas con tu hermana y sus fechorías.

―¿Puede leer la mente? ―me preguntó con inocente rebeldía.

No pude evitar sonreír.

―No, pero eres tan transparente que no se necesitan poderes especiales para saber lo que piensas, ¿no es así, Ray?

―Sí, es verdad ―confirmó―, muchas veces tus ojos dicen más que tus palabras.

Ella se quedó prendada en la mirada de él y yo salí de la casa. Necesitaba apartarme de allí.  



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