Poco a poco comenzaron a llegar las ayudas. Una noche apareció Marcos. Ya no tenía que ocultar mis años ni a mis amigos, así es que lo saludé con un afectuoso abrazo. Llegó con Andrea, mi nieta, una niña preciosa a la que no había tenido el gusto de conocer.
―Hola, Andrea, es un gusto poder conocerte al fin.
―Lo mismo digo, Manuel ―respondió, ella sabía quién
era yo y también sabía que aún no era tiempo de decirlo.
Nos abrazamos, aunque no podía decirle a todo el mundo quién
era ella para mí, la amaba.
―Y vengo con alguien más, estoy seguro de que querrás verla ―me
dijo Marcos.
―¿Alguien más?
―Así es.
―¿Dónde está?
―Vamos, te llevaré con ella.
Nos adentramos en el bosque, no sabía qué esperar. Nos
detuvimos en un claro, pero no había nadie.
De pronto apareció a mi lado, como si hubiera aparecido de
la nada.
―¿Sonya?
―Hola… tío.
La abracé fuerte, sin temor a lastimarla, era vampira como
yo.
―¿Cómo es posible? ―pregunté después de separarnos.
―¿Atrapaste a los tipos? ―me preguntó de vuelta.
―Están en el infierno, donde corresponde. ¿Cómo es que estás
aquí?
―Ese día, después de que Mala’ikan me llevó con él, me contó
todo, abrió mi mente a muchos recuerdos, incluso a lo que sucedió la noche que
me salvaste.
―Siento no haber llegado antes.
―No, no te disculpes, no fue tu culpa, además, Mala’ikan lo
dejó como solo un recuerdo, como si no lo hubiese vivido yo. Te agradezco por
borrar de mi memoria esa noche, esos hombres me hicieron mucho daño y habría
muerto tirada en la calle de no ser por ti.
La volví a abrazar. Sí, la chica a la que rescaté de los
mismos tipos que quisieron hacerle daño a Abril, resultó ser Sonya, mi sobrina,
la hija de Ricardo y la verdadera mujer de Max.
―Él me hizo recordar todas mis vidas pasadas ―mencionó con
un dejo de tristeza―. Marcos me dijo que Max está con alguien más.
―Ella le hizo creer que eras tú.
Bajó la cabeza con tristeza, la volví a apegar a mí.
―Tranquila, preciosa, él volverá a ti, si así tú lo quieres,
pero, mientras tanto, no puedes decirle quién eres, tendremos que ser muy
cuidadosos.
―No te preocupes, en esta nueva forma sí soy invisible.
―¿Qué?
―¿Por qué crees que no me viste cuando llegaste aquí? La
invisibilidad es uno de mis dones. Puedo pasar inadvertida cuando quiero y hacer
que la gente no me vea. ¡Ojalá hubiera sido así cuando era humana!
―Mi pequeña…
Ella escondió su cara en mi pecho y comenzó a sollozar. Yo
sabía lo que había sufrido, también sabía que sus penas estaban a punto de
terminar.
―Todo estará bien, preciosa, todo estará bien ―le aseguré. Ella
lloró mucho, al parecer, necesitaba desahogarse. Además, su mayor dolor era pensar
en que Max no la amaba, por más que le asegurara que no era así, que él la
amaba, solo estaba confundido.
Al rato, volvimos a la casa y Sonya se me desapareció, su
poder era muy fuerte, me costó encontrarla, vagaba por ahí, seguía a Max,
hubiese querido que Nicole se perdiera para que Sonya tomara el lugar que le
correspondía, pero no era factible hacerlo en ese momento en el que todo estaba
a las puertas de terminar.
El día anterior a la gran y esperada batalla, Abril llegó al
sótano, yo la esperaba.
―¿Lista? ―le pregunté.
―Sí… eso creo.
―¿Cómo que eso crees?
―Sí, ¿estoy segura? ―Cerró sus ojos, asustada.
Me acerqué y le di un beso en la frente, a mí no debía
temerme jamás, como tampoco dudar de ella. La aparté para mirarla a la cara.
―Debes estar segura, de eso depende tu vida, mi niña.
Ella abrió los ojos y me miró, yo la contemplé, cada vez se
me hacía más difícil no decirle quién era yo en su vida.
―Está bien. Estoy segura.
―Así me gusta, esa es mi chica.
Ella sonrió con timidez, tenía miedo a decepcionarme.
―Jamás me decepcionarás, pase lo que pase, siempre serás mi
niña, ¿oíste?
Mi Abril asintió, aunque en su interior continuaba el miedo
de no ser suficiente.
―No echarás nada a perder ―respondí a sus pensamientos―, lo
harás muy bien, solo debes recordar que eres energía pura, todo
lo que quieras lo puedes lograr, sobre todo mañana en la noche, cuando tu madre
te dará los poderes de todo el mundo y de todos los tiempos.
―¿Conoces a mi madre? ―Se atrevió a preguntar en voz alta.
―Por supuesto, sería imposible no conocerla.
―¿Desde cuándo?
―Desde antes de que nacieras… la primera vez.
―¿Sabes cuál era mi nombre original?
―Abril. ―Sonreí al recordarlo―. Naciste a mediodía en medio
de una feroz lluvia de abril, parecía que las gotas formaban tus hermosos
cabellos y tus mejillas mostraban el tímido rojo del sol que intentaba abrirse
paso entre las nubes grises, como tus ojos. Eras una hermosa niña, más hermosa
no he visto jamás.
―¡Tú estabas allí!
―Por supuesto, no me lo hubiera perdido por nada del mundo.
―Entonces… Entonces… Tú eres… tú… Por eso… Es porque tú… Tú…
Mi pequeña no controlaba sus emociones ni sus pensamientos.
La abracé a mi pecho.
―He esperado casi tres mil años para encontrarte. He estado
bajo un embrujo que me impedía acercarme a ti. En mis momentos de lucidez te
buscaba, pero jamás logré encontrarte a tiempo. No servía de nada viajar en el
tiempo ni en el espacio, siempre te me escapabas, hasta hace un tiempo, que
descubrí quién eras.
―¿Papá? ―Temí que se desmayara, pero no―. ¡Papá!
Se abrazó más fuerte a mí.
―Mi niña hermosa, no sabes cuánto he soñado con este
momento, nunca antes pude oír esa palabra. ―Al menos no con ella consciente.
―¿Nunca? ―Se separó y me miró confusa.
―No pienses en eso ahora.
―¿Por qué nunca? ―insistió.
―Cuando ella mató a mi familia, tú tenías apenas seis meses
de nacida.
―¿Seis meses?
―Sí, eras una pequeña bebé cuando… ―No pude evitar que dos
lágrimas salieran de mis ojos, recordar eses momento y todo lo que ocurrió
después, me volvía vulnerable.
―No llores ―me suplicó y sus manos secaron mis mejillas.
―Todos estos siglos buscándote, pero esa mujer nunca me dejó
encontrarte. Hasta ahora.
―¿Por qué no me lo dijiste antes?
―Porque cuando lo descubrí sentí que podía ser peligroso para
ti, no podía exponerte.
―Pero ella no puede contra mí, tú mismo lo dijiste.
―Ella no, pero otros sí, aunque no te maten, ya ves que
puede hacerte mucho daño. Ricardo está demasiado envuelto con…
―¿Ricardo no lo sabe?
―Ahora sí, lo supo poco antes de saberlo yo mismo, Catalina
no le cuenta todo, en realidad, es poco lo que sabe, si no fuera por ese hechizo
maldito…
―¿Por qué lo defiendes tanto, después de todo lo que ha
hecho?
No respondí, solo la miré, ella tenía la respuesta en su
interior.
―¡Es tu hermano! Al otro de tu familia que dejó vivo.
―Abril…
―Entonces hay que rescatarlo y sacarle ese hechizo que
tiene. Yo puedo…
―Suficiente es tener que luchar contra Marina para que te
hagas cargo de algo que me corresponde solo a mí.
―No, Manuel, lo haremos juntos ―dijo Ray al tiempo que
entraba seguido de Leo, Joseph, Nick y Max, quien me miró y me dedicó una
sonrisa de alivio―. Pero, para hacerlo, debemos saber toda la verdad, no
queremos encontrarnos con sorpresas mañana, podría ser demasiado peligroso.
―Está bien, en realidad, no hay mucho más qué decir, pero
les contaré la historia tal como fue.
―Yo solo tengo una duda, ¿qué tiene que ver Ricardo con
Nicole? ―preguntó Max, esperaba que al fin le diera una respuesta convincente.
―Cuando Catalina destruyó nuestra familia, Ricardo tenía una
hija y, al igual que a mí, le impidió ver su regreso, hasta que se encontró con
la madre de Sonya hace cinco siglos, pero lo volvió a hechizar y veinte años
después la encontró nuevamente. Pensando que Max estaba muerto y Sonya a merced
de Marina, quiso llevarla lejos, para que no la lastimara, pero al final salió
peor, Sonya y su hijo murieron. Ricardo jamás se lo ha perdonado, el hechizo de
Marina cada vez es menor en él, espero que pueda salir muy pronto de todo eso.
―¿Entonces él no está enamorado de ella, sino que es su
hija? ―preguntó incrédulo Max.
―Así es, no era amor de pareja, era recuperar a su hija.
―¿Y por qué, entonces, le molestó que ella tuviera un hijo?
―Por el peligro, sabía que era mucho más vulnerable… Y lo
fue.
―Nicole había dicho que su hijo murió a manos de Ricardo ―comentó
Nick―, cosa que quedó clara que no fue así.
“Ella no es Sonya, pero no es tiempo de decírselo a Max”.
“Por mí no lo sabrá”.
―Ricardo no la habría lastimado… ―murmuré.
―Envió a Abril a morir… no hace mucho ―comentó Ray con
ironía.
―No, él estaba seguro de que no la matarían, si hubiese
querido hacerlo… Pero tampoco quería que Marina se enterase de su plan de
salvar la vida de Abril, este era el lugar más seguro para ella.
―¿Quieres decir que él está de nuestra parte?
―No, tiene una lucha interna muy fuerte, esa mujer lo tiene
embrujado, puede que reaccione a tiempo, como puede que no, no puedo asegurar
que él nos ayudará.
―¿Qué más hay?
Ray quería saberlo todo, así que les conté a grandes rasgos
lo que había pasado, solo que omití cualquier detalle que no les interesaba o
no necesario para lo que nos esperaba.
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