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sábado, 1 de mayo de 2021

40: Recupero a mi hija

 Poco a poco comenzaron a llegar las ayudas. Una noche apareció Marcos. Ya no tenía que ocultar mis años ni a mis amigos, así es que lo saludé con un afectuoso abrazo. Llegó con Andrea, mi nieta, una niña preciosa a la que no había tenido el gusto de conocer.

―Hola, Andrea, es un gusto poder conocerte al fin.

―Lo mismo digo, Manuel ―respondió, ella sabía quién era yo y también sabía que aún no era tiempo de decirlo.

Nos abrazamos, aunque no podía decirle a todo el mundo quién era ella para mí, la amaba.

―Y vengo con alguien más, estoy seguro de que querrás verla ―me dijo Marcos.

―¿Alguien más?

―Así es.

―¿Dónde está?

―Vamos, te llevaré con ella.

Nos adentramos en el bosque, no sabía qué esperar. Nos detuvimos en un claro, pero no había nadie.

De pronto apareció a mi lado, como si hubiera aparecido de la nada.  

―¿Sonya?

―Hola… tío.

La abracé fuerte, sin temor a lastimarla, era vampira como yo.

―¿Cómo es posible? ―pregunté después de separarnos.

―¿Atrapaste a los tipos? ―me preguntó de vuelta.

―Están en el infierno, donde corresponde. ¿Cómo es que estás aquí?

―Ese día, después de que Mala’ikan me llevó con él, me contó todo, abrió mi mente a muchos recuerdos, incluso a lo que sucedió la noche que me salvaste.

―Siento no haber llegado antes.

―No, no te disculpes, no fue tu culpa, además, Mala’ikan lo dejó como solo un recuerdo, como si no lo hubiese vivido yo. Te agradezco por borrar de mi memoria esa noche, esos hombres me hicieron mucho daño y habría muerto tirada en la calle de no ser por ti.

La volví a abrazar. Sí, la chica a la que rescaté de los mismos tipos que quisieron hacerle daño a Abril, resultó ser Sonya, mi sobrina, la hija de Ricardo y la verdadera mujer de Max.

―Él me hizo recordar todas mis vidas pasadas ―mencionó con un dejo de tristeza―. Marcos me dijo que Max está con alguien más.

―Ella le hizo creer que eras tú.

Bajó la cabeza con tristeza, la volví a apegar a mí.

―Tranquila, preciosa, él volverá a ti, si así tú lo quieres, pero, mientras tanto, no puedes decirle quién eres, tendremos que ser muy cuidadosos.

―No te preocupes, en esta nueva forma sí soy invisible.

―¿Qué?

―¿Por qué crees que no me viste cuando llegaste aquí? La invisibilidad es uno de mis dones. Puedo pasar inadvertida cuando quiero y hacer que la gente no me vea. ¡Ojalá hubiera sido así cuando era humana!

―Mi pequeña…

Ella escondió su cara en mi pecho y comenzó a sollozar. Yo sabía lo que había sufrido, también sabía que sus penas estaban a punto de terminar.

―Todo estará bien, preciosa, todo estará bien ―le aseguré. Ella lloró mucho, al parecer, necesitaba desahogarse. Además, su mayor dolor era pensar en que Max no la amaba, por más que le asegurara que no era así, que él la amaba, solo estaba confundido.

Al rato, volvimos a la casa y Sonya se me desapareció, su poder era muy fuerte, me costó encontrarla, vagaba por ahí, seguía a Max, hubiese querido que Nicole se perdiera para que Sonya tomara el lugar que le correspondía, pero no era factible hacerlo en ese momento en el que todo estaba a las puertas de terminar.

El día anterior a la gran y esperada batalla, Abril llegó al sótano, yo la esperaba.

―¿Lista? ―le pregunté.

―Sí… eso creo.

―¿Cómo que eso crees?

―Sí, ¿estoy segura? ―Cerró sus ojos, asustada.

Me acerqué y le di un beso en la frente, a mí no debía temerme jamás, como tampoco dudar de ella. La aparté para mirarla a la cara.

―Debes estar segura, de eso depende tu vida, mi niña.

Ella abrió los ojos y me miró, yo la contemplé, cada vez se me hacía más difícil no decirle quién era yo en su vida.

―Está bien. Estoy segura.

―Así me gusta, esa es mi chica.

Ella sonrió con timidez, tenía miedo a decepcionarme.

―Jamás me decepcionarás, pase lo que pase, siempre serás mi niña, ¿oíste?

Mi Abril asintió, aunque en su interior continuaba el miedo de no ser suficiente.

―No echarás nada a perder ―respondí a sus pensamientos―, lo harás muy bien, solo debes recordar que eres energía pura, todo lo que quieras lo puedes lograr, sobre todo mañana en la noche, cuando tu madre te dará los poderes de todo el mundo y de todos los tiempos.

―¿Conoces a mi madre? ―Se atrevió a preguntar en voz alta.

―Por supuesto, sería imposible no conocerla.

―¿Desde cuándo?

―Desde antes de que nacieras… la primera vez.

―¿Sabes cuál era mi nombre original?

―Abril. ―Sonreí al recordarlo―. Naciste a mediodía en medio de una feroz lluvia de abril, parecía que las gotas formaban tus hermosos cabellos y tus mejillas mostraban el tímido rojo del sol que intentaba abrirse paso entre las nubes grises, como tus ojos. Eras una hermosa niña, más hermosa no he visto jamás.

―¡Tú estabas allí!

―Por supuesto, no me lo hubiera perdido por nada del mundo.

―Entonces… Entonces… Tú eres… tú… Por eso… Es porque tú… Tú…

Mi pequeña no controlaba sus emociones ni sus pensamientos. La abracé a mi pecho.

―He esperado casi tres mil años para encontrarte. He estado bajo un embrujo que me impedía acercarme a ti. En mis momentos de lucidez te buscaba, pero jamás logré encontrarte a tiempo. No servía de nada viajar en el tiempo ni en el espacio, siempre te me escapabas, hasta hace un tiempo, que descubrí quién eras.

―¿Papá? ―Temí que se desmayara, pero no―. ¡Papá!

Se abrazó más fuerte a mí.

―Mi niña hermosa, no sabes cuánto he soñado con este momento, nunca antes pude oír esa palabra. ―Al menos no con ella consciente.

―¿Nunca? ―Se separó y me miró confusa.

―No pienses en eso ahora.

―¿Por qué nunca? ―insistió.

―Cuando ella mató a mi familia, tú tenías apenas seis meses de nacida.

―¿Seis meses?

―Sí, eras una pequeña bebé cuando… ―No pude evitar que dos lágrimas salieran de mis ojos, recordar eses momento y todo lo que ocurrió después, me volvía vulnerable.

―No llores ―me suplicó y sus manos secaron mis mejillas.

―Todos estos siglos buscándote, pero esa mujer nunca me dejó encontrarte. Hasta ahora.

―¿Por qué no me lo dijiste antes?

―Porque cuando lo descubrí sentí que podía ser peligroso para ti, no podía exponerte.

―Pero ella no puede contra mí, tú mismo lo dijiste.

―Ella no, pero otros sí, aunque no te maten, ya ves que puede hacerte mucho daño. Ricardo está demasiado envuelto con…

―¿Ricardo no lo sabe?

―Ahora sí, lo supo poco antes de saberlo yo mismo, Catalina no le cuenta todo, en realidad, es poco lo que sabe, si no fuera por ese hechizo maldito…

―¿Por qué lo defiendes tanto, después de todo lo que ha hecho?

No respondí, solo la miré, ella tenía la respuesta en su interior.

―¡Es tu hermano! Al otro de tu familia que dejó vivo.

―Abril…

―Entonces hay que rescatarlo y sacarle ese hechizo que tiene. Yo puedo…

―Suficiente es tener que luchar contra Marina para que te hagas cargo de algo que me corresponde solo a mí.

―No, Manuel, lo haremos juntos ―dijo Ray al tiempo que entraba seguido de Leo, Joseph, Nick y Max, quien me miró y me dedicó una sonrisa de alivio―. Pero, para hacerlo, debemos saber toda la verdad, no queremos encontrarnos con sorpresas mañana, podría ser demasiado peligroso.

―Está bien, en realidad, no hay mucho más qué decir, pero les contaré la historia tal como fue.

―Yo solo tengo una duda, ¿qué tiene que ver Ricardo con Nicole? ―preguntó Max, esperaba que al fin le diera una respuesta convincente.

―Cuando Catalina destruyó nuestra familia, Ricardo tenía una hija y, al igual que a mí, le impidió ver su regreso, hasta que se encontró con la madre de Sonya hace cinco siglos, pero lo volvió a hechizar y veinte años después la encontró nuevamente. Pensando que Max estaba muerto y Sonya a merced de Marina, quiso llevarla lejos, para que no la lastimara, pero al final salió peor, Sonya y su hijo murieron. Ricardo jamás se lo ha perdonado, el hechizo de Marina cada vez es menor en él, espero que pueda salir muy pronto de todo eso.  

―¿Entonces él no está enamorado de ella, sino que es su hija? ―preguntó incrédulo Max.

―Así es, no era amor de pareja, era recuperar a su hija.

―¿Y por qué, entonces, le molestó que ella tuviera un hijo?

―Por el peligro, sabía que era mucho más vulnerable… Y lo fue.

―Nicole había dicho que su hijo murió a manos de Ricardo ―comentó Nick―, cosa que quedó clara que no fue así.

“Ella no es Sonya, pero no es tiempo de decírselo a Max”.

“Por mí no lo sabrá”.

―Ricardo no la habría lastimado… ―murmuré.

―Envió a Abril a morir… no hace mucho ―comentó Ray con ironía.

―No, él estaba seguro de que no la matarían, si hubiese querido hacerlo… Pero tampoco quería que Marina se enterase de su plan de salvar la vida de Abril, este era el lugar más seguro para ella.

―¿Quieres decir que él está de nuestra parte?

―No, tiene una lucha interna muy fuerte, esa mujer lo tiene embrujado, puede que reaccione a tiempo, como puede que no, no puedo asegurar que él nos ayudará.

―¿Qué más hay?

Ray quería saberlo todo, así que les conté a grandes rasgos lo que había pasado, solo que omití cualquier detalle que no les interesaba o no necesario para lo que nos esperaba.

 



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