―Manuel ―me llamó Max, yo me iba a devolver, pero él me hizo
un gesto con la mano para que no lo hiciera. Llegó a mi lado y me tomó del brazo
para seguir andando. Nos internamos en el bosque.
―Tú dirás ―le dije cuando ya estábamos lejos de la casa y de
oídos impertinentes.
―Quiero entender, Manuel. ―Bajó la cabeza y la movió en un
gesto de frustración, luego me miró otra vez―. No necesito decirte lo que
pienso, Manuel, ni lo que siento, porque eso tú ya lo sabes. Dime lo que quiero
saber.
―Tu mente es un caos, Max. Primero, sí, tengo la capacidad
de leerte, de leer a los seres, eso ya lo sabes, para ti no es un secreto, como
tampoco lo es que soy más viejo de lo que todos aquí creen…
―¿Por qué Maribel no dijo nada acerca de ti?
―¡Claro que sí! Dijo que donde veía miedo, solo había amor
puro y verdadero. Y me miró.
―No, no, eso se lo dijo a Ray, no a ti. A ti no te dirigió
palabra alguna.
―¿Será porque yo no hablé?
―¿O será que ella sabe muy bien quién eres y qué haces aquí?
―No lo sé.
―Puedes leer mentes.
―No indagué en la de ella.
―Manuel…
―Max, escúchame, todavía es muy pronto, ya llegará el
momento en el que toda la verdad será revelada, no te adelantes a los tiempos.
―He esperado quinientos años ―protestó.
―Y yo casi tres mil, sé bien lo que es esperar.
Mi amigo quedó de piedra, jamás esperó una confesión así.
―¿Tres mil?
―Casi.
―Entonces sabes bien lo que pasó hace quinientos años.
―¿Me creerías si te dijera que cuando pasó lo de ustedes yo
estaba dormido?
―¿Qué?
―Dormí por veinte años, cuando desperté ustedes estaban en
este país, habían huido de Marina.
―Entonces no sabes qué pasó con mi mujer y mi hijo.
―Solo llegué hasta que Isabel Castellán fue asesinada.
Después de eso, dormí por veinte largos años. Max, de más está decirte que
nadie se puede enterar de esto, ¿verdad?
―Por supuesto, ni siquiera pensaré en eso.
―No te preocupes por tus pensamientos, los bloqueé para que
Nick no los vea.
―¿Puedes hacer eso?
―Eso y más. Vamos, debemos volver.
―No, espera.
―Toda la verdad será revelada a su tiempo, no tengo todas
las respuestas, aunque creas que sí, ojalá fuera así y supiera por qué llegó
Nicole a tu vida justo ahora… No lo sé ―recalqué.
―Quisiera sentir por ella lo que sentí hace cinco siglos.
―No te preocupes, quizá, es solo cuestión de tiempo para que
vuelvas a sentir el amor tal como lo viviste con Sonya.
―¿Tú crees? ¿Crees que la atracción que siento por Nicole
crezca con el paso de los años?
Sonreí, eso no pasaría.
―Vamos, deja que el tiempo haga su trabajo. Él pondrá todo
en su lugar cuando corresponda.
Nos devolvimos a la casa. Ya se comenzaban a preparar para
la gran batalla.
Joseph fue en busca de Marcos y de otros clanes que nos
apoyaran. Yo contacté a Nikolai, él llegaría un par de días antes. Nick también
se fue a buscar ayuda.
Sebastián comenzó a enseñar a Abril y a Sabrina, pero mi
hija sentía que no avanzaba y no era falta de capacidad de ella o de su tío,
era mi hija la que no lograba canalizar su energía, escondida tanto tiempo
dentro de sí. Así es que me ofrecí a ayudarle.
Tras un mes de trabajar con ella, no lograba cumplir los
objetivos. El miedo a fracasar y el miedo a Catalina, le impedían sacar afuera
lo que llevaba en su interior. Hasta que un día lo confesó en voz alta, admitió
que le tenía miedo a su hermana. Sebastián intentó infundirle ánimo y Ray le
propuso que lo dejara, todavía no la creía capaz. Tuve que contenerme para no
patearle la cara.
―Manuel, ¿tú crees que yo lo podré hacer? ―Me sorprendí al ver
que buscaba mi apoyo, estaba tan molesto con mi yerno que no me di cuenta de
los pensamientos de mi pequeña.
―Por supuesto ―le respondí con franqueza―. Ven, niña, vamos
a la biblioteca, donde está más tranquilo, te enseñaré a relajarte y a
visualizar, con eso podrás tomar nuestros poderes y hacerlos tuyos.
Ella miró a Ray, le temía a sus celos, por lo que lo invité
a ir con nosotros.
Una vez relajada, sin problema pudo visualizar y
materializar a sus padres biológicos, a sus abuelos, a su hermano, a sus padres
adoptivos, incluso, pudo recrear la casa de su infancia y el Hogar. Pero a la
sola mención de su hermana, se alteró.
―Eres fuerte, mucho más fuerte que ella. Milena te tiene
miedo y tú tienes poder. Piensa en todo el daño que te ha hecho, la muerte de
tus abuelos, de tus padres naturales, de tu hermano, de tus padres adoptivos,
el daño que le ha hecho a Ray, a ti en tus otras vidas, visualiza la rabia como
una gran bola de nieve que crece a medida que recuerdas el daño causado. La ira
te ayudará a destruirla, la sed de venganza…
―¡No saben lo que descubrimos! ―gritó, con su inconfundible
voz chillona, Nicole, estremeció todo el lugar y sacó a Abril del estado de
relajación en el que se encontraba. Lo peor de todo fue que habían descubierto
una mentira, traían noticias, pero falsas.
―¿Estás bien? ―le preguntó Ray.
―Sí ―respondió mi hija con furia.
―Abril, creo que deberías relajarte de nuevo y salir de ese estado,
estás furiosa y no es bueno que permanezcas así –le dije yo.
―¡Estoy bien!
―No, niña, no lo estás. ―Quise tomarle la mano, pero ella no
me lo permitió―. No dejes que esto te turbe, esta rabia debes canalizarla, es ella
quien merece tu furia, no nosotros, no Ray, debes aprender a diferenciar. Lo
puedes hacer, lo sé, y cuando lo hagas, será fantástico. Te digo que…
―¿¡Por qué no me dices mejor qué haces aquí? ¡Tú no encajas
en esto! No entras en este juego de venganza. ¿Qué tienes tú en contra de
Marina, Milena, Catalina o como quiera que se llame esa desgraciada?
Mi niña no estaba bien, todo por culpa de Catalina, en su
interior sabía que no debía enojarse con nosotros, pero le era imposible
evitarlo, tampoco servían mis poderes tranquilizantes, pues su enojo estaba en
lo más profundo de su ser.
―¿Te parece poco la muerte de toda mi familia, incluida mi
propia hija? ―le recordé.
―¿Hace cuánto fue eso?
―Dos mil ochocientos años.
Mi hija abrió mucho los ojos, no se esperaba esa respuesta,
pero debía decirlo, quizá con el shock se relajara un poco.
―¿Y recién se va a vengar de ella? No lo creo.
―Desde ese momento en adelante he buscado la forma de acabar
con ella, cada siglo que pasa me hago más fuerte y domino más elementos y
poderes.
La mente de Abril se fue a blanco, pero Ray se sintió
estúpido al pensar que yo era mucho más joven que él y menos fuerte, que me
podría eliminar en cualquier momento y se preguntó cuánto poder tenía.
―Mucho más del que puedas imaginar.
“¿Contestó a mis pensamientos?”, se preguntó.
―Así es, puedo ver, no solo lo que tú piensas, también lo
que sientes, lo que has vivido, dónde has vivido, todo. Eso me hace el mejor
cazador del mundo. Junto con Ricardo, somos los más viejos en esto.
―¿Y por qué no te hiciste líder nuestro y nos dijiste todo
esto antes?
―Porque no era el momento, además, aquí el líder indiscutido
eres tú.
―¿Y a Ricardo? ¿Por qué no lo destruiste a él?
―¿Ricardo? No, él es solo otra víctima de esa mujer.
―Él ha hecho mucho daño ―intervino Abril en cuanto salió de
su conmoción.
―Sí, está bajo un hechizo, un poderoso hechizo que se debe
romper, tanto si lo matan como si no, ese hechizo debe romperse.
―¿Y si no? ¿Si lo destruimos con hechizo y todo?
―Su maldición nos perseguirá por siempre y no será
agradable.
―¿Cómo podría seguirnos algo así?
―Es un hechizo de maldad que recaerá en cualquiera de
nosotros, por eso es necesario deshacerlo antes de pensar siquiera en matar a
Ricardo.
―¿Por qué tanto tiempo para acabar con todo esto?
―Se tenían que conjugar todas las variantes y…
No pude continuar, Sebastián estaba exaltado en el salón.
―Pero ¡esa mujer merece las penas del infierno! ―gritó.
Salimos y Max fue el encargado de narrar lo descubierto,
mezcla de verdad y de mentira, los asesinatos, las conspiraciones en contra de
Abril, la maldad que rodeaba a Milena en su actual vida.
El aura de mi hija se encendió mucho más, por fin su energía
estaba revelándose. Luego de encender un pentagrama perfecto en medio del salón,
con su sola energía, materializó a Catalina en las diversas vidas que
coincidieron para luego destruirlas con cristales de hielo formados en sus
dedos. De pronto, su cuerpo se convirtió en energía pura. ¡Era igual a su
madre! Era como el rojo intenso de un atardecer, aun así, era dulce y delicada.
Subió hasta el techo como si fuera una suave bailarina de
ballet y comenzó a girar. Creó un hermoso remolino. Todos se apartaron
asustados, menos yo. Yo no me perdería por nada del mundo el sentir la esencia
de mi hija en su máxima expresión y comprobar que era la misma que la de mi
Luna.
Cuando uno de los brazos de ese torbellino me tocó, me hizo
saber que muy pronto tendría a mi hija de vuelta.
Volvió a su forma humana, tenía otra actitud, estaba feliz y
yo lo fui más cuando corrió a mis brazos y se colgó de mi cuello como una niña
pequeña. Mi niña volvía a mí.
Por primera vez en toda mi vida, sonreí con sinceridad, reí
de felicidad. Mi hija era fuerte, tal como lo imaginé, nada la detendría.
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