―Ray, Manuel es el único que puede ayudarnos. ―Joseph fue el primero en hablar―. Todo se hará más complicado sin él.
―Nosotros podemos
ayudarla. Nick… ―replicó Ray.
―Yo no puedo hacer
nada si no está en su memoria inmediata ―le aclaró Nick.
―Yo no quiero a
Manuel cerca de Abril ―rugió como un demente.
―Manuel estará
cerca de Abril lo quieras o no ―repuso Leo con calma―. No puedes negarte a la
posibilidad de que Manuel nos ayude y acelerar, de esa forma, el avance de
Abril. Si es quien creemos, cualquier ayuda será poca. Solo tenemos unos meses
para que ella complete su transformación y…
―¡No me gusta! ¡No
quiero! ―protestó como un niño malcriado.
―Estás celoso
porque no confías en ella ―espetó Joseph más furioso―. Apuesto mi cabeza a que
si ella se pareciera a Isabel no tendrías ningún problema, pero como es igual a
mi hermana…
―Sí, Joseph, sí,
Abril es idéntica a Marina y la amo y la odio por la misma razón. Creo, pero no
confío en ella. Ella pone mi mundo de cabeza y pondría el mundo a sus pies
cuando me mira, pero cuando pienso con la cabeza… No puedo. Ella…
―Ella no quiere
lastimarte, Ray. Ella te ama ―le aseguró Nick.
―Es cierto, Ray ―admitió
Joseph con tristeza―, Abril te ama, pero tú no mereces su amor.
Ray miró a su amigo
como si quisiera asesinarlo y morirse a partes iguales, yo lo entendía, tenía
una batalla entre su cabeza y corazón que ni él mismo comprendía.
―No me mires así,
es la verdad ―continuó―. Tú no mereces que te ame, no mereces nada de ella. La
lastimas a cada paso, no crees en ella ni en lo que será capaz, te da lo mismo
lo que ella siente.
―Ella te ama mucho
más de lo que puedas siquiera comprender ―intervine, necesitaba que me
expulsara, si me iba yo, por mi cuenta, creerían que los estaba traicionando.
―¡Tú no sabes nada!
―exclamó Ray y en su mente se presentó la imagen de mi hija sometida bajo su
cuerpo, mientras la torturaba antes de matarla. Esa imagen me sacó de mí mismo,
no estaba seguro de si era el pasado o el futuro, y sinceramente, no me importó.
―¡Eres tú quien no
tiene idea de nada! ―rugí como un
demonio―-. Tienes más de quinientos años y ¿de qué te ha servido? De nada. No
has aprendido nada ni te ha interesado saber. Estás tan absorto en tu propia
miseria que no has visto nada de lo que en realidad importa.
―No te metas,
Manuel ―me ordenó.
―No intervendré con
Abril si no quieres. ―Iba a seguir hablando, pero Selena tomó mi voz y mi
voluntad para hablar a través de mí―. Pero luego, cuando no logren su propósito
y Abril muera, no me vengas a llorar; ni las lágrimas de sangre te salvarán del
infierno en el que vivirás por el resto de la eternidad, desearás la muerte,
pero esta no llegará. Ese será tu castigo y pongo a la Luna por testigo de que
tu conciencia no te dejará en paz y la Luna, la misma que otorga sus poderes y
su fuerza a Abril, será la que te persiga cada noche, vengará su muerte contra
ti. Si Abril muere, no habrá otra oportunidad de acabar con esa bruja maldita
porque todos los poderes de Abril serán de ella y nadie, absolutamente nadie,
podrá detenerla y todos los mundos, no solo el nuestro; y todos los seres vivos,
no solo nosotros; y todos los reinos, no solo los nuestros, conocerán el poder
y la maldad de esa alma perversa que ustedes conocen como Marina. Y todo el universo
caerá de esclavo a sus pies y ya no habrá retorno, porque Abril, la única que
puede destruirla para siempre y acabar con su existencia, de esta vida ya no
regresará. Es nuestra última oportunidad. No tenemos las de ganar. Abril no
tiene idea de quién es ni el poder que tiene y mientras no lo sepa, no hay nada
que hacer más que ayudarla a sacar el potencial que tiene escondido. Solo el
día que ella se entregue a su esencia, a su ser interior, a su energía pura, podrá
ser capaz de crear grandes prodigios, mientras tanto, no será más que carbón. Carbón
que, en las manos correctas se convertirá en un diamante de alto valor y, en
las incorrectas, se volverá cenizas. De nosotros depende que sea lo que se
espera de ella. Debe convertirse en diamante lo antes posible. Los enigmas
deben ser revelados y los hechos avanzan a pasos apresurados. No hay tiempo que
perder en niñerías y estúpidos celos. El tiempo se aproxima inexorable y solo
de ustedes depende que lo consigan o no. Ustedes fueron destinados a cuidar y
pulir el diamante que tienen en sus manos. De ustedes depende. No lo olviden.
Después, no habrá espacio a lamentaciones.
Selena se fue. Detuve
el tiempo. Necesitaba pensar. La victoria no estaba asegurada. Cada vez me costaba
más todo aquello y pensar en dejar sola a mi hija con ese energúmeno me
descomponía, sabía que, aunque quisieran, ninguno de los otros sería capaz de
enfrentársele en caso de necesidad. Y eso era lo que más me preocupaba.
Una vez que estuve
relajado, aceleré el tiempo a la hora real. Ya aclaraba.
―¿Qué dices, Ray? ―le
preguntó Joseph, más preocupado de Abril que de lo que había ocurrido.
―No. Las palabras
bonitas no me convencen. No te quiero cerca de ella, Manuel, ¿me escuchaste
bien?
―Sí.
―Ray, Abril
necesita ayuda y la única forma es que Manuel indague en su pasado. ―Joseph
volvió a la carga.
―Ray, él no miente,
solo quiere lo mejor para Abril ―confirmó Nick.
Su mente debatía
con sus instintos, la batalla interior era intensa. Nick lo sabía y no
imaginaba cómo ayudarlo, el problema era que nada ni nadie podía hacerlo, solo
romper la maldición de Catalina lo lograría.
―Yo quiero que
Abril esté bien ―le dije―, si te molesta que me acerque a ella, no lo haré,
pero al menos déjame ayudarla, aunque sea a lo lejos.
Ray se giró sin
contestarme, contempló el débil sol que salía por detrás de los árboles.
―No ―respondió al
cabo de media hora―, nos arreglaremos sin tu ayuda.
Ray se encaminó a
la casa, los demás le siguieron a corta distancia, solo Joseph se quedó atrás. Parecían
soldados que volvían de una guerra perdida y no vampiros dueños del mundo.
Sentían que habían perdido la guerra antes de luchar.
―Joseph… ―le hablé,
él se detuvo de inmediato y me miró.
―Dime.
―Debemos hacer
algo. Abril morirá y creo que ninguno quiere eso.
―Claro que no y si
Ray no quiere entender, lo sacaré del medio, no perderé a mi hermana de nuevo.
¡Sí! Joseph estaba
seguro de que Abril era su hermana y no la dejaría sola.
―Siento que en Abril
habita el alma de mi hermana, ella no lo sabe, per
o creo que también lo siente
―me explicó, mi cara debió ser un poema.
Le puse ambas manos
en sus hombros y le sonreí, le transmití algo de mi energía.
―El poder del amor,
no lo olvides. ―Le golpeé con suavidad la mejilla dos veces y me aparté para
seguir rumbo a la casa.
Podía irme
tranquilo.
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