34: Imbécil
Regresamos a casa en total silencio.
Max le decía a Abril que debían tomar nota de lo que había
dicho, había recordado unos enigmas de su abuela. Él los parafraseó a la
perfección.
En uno de esos enigmas, habló de Ricardo: “El enemigo se
hace amigo”, aunque ellos pensaron que se trataba de mí.
―¿Lo decidiste? ―le preguntó Abril a Ray.
―Sí.
―¿Y?
Ray no se atrevió a contestar.
―No podré ayudarte, Abril, lo siento ―respondí por él.
Ella se frustró e hizo unos pucheros que desarmaron a
nuestro todopoderoso líder.
―Está bien, ayúdanos ―cedió―, pero si te veo en un solo
renuncio, Manuel, te destruyo con mis propias manos.
―No te defraudaré ―mentí.
Mi niña sonrió feliz.
―¿Cuándo comenzamos? ―me preguntó.
―Ahora mismo, claro, si quieres.
―Por supuesto que quiero, no queda mucho tiempo y tengo que
entender tantas cosas todavía.
―¿Tienes algo de tu abuela?
―Solo su fotografía, pero estamos todos juntos. Y el dibujo
que hice de ella.
―Veré si puedo hacer algo, si no tiene su energía, no podré
hacer mucho.
En cuanto tomé la fotografía, vi cada momento de mi niña con
esa familia, el amor que le profesaban, las enseñanzas de su abuela, su
accidente y la soledad de mi hija tras la muerte de la mujer.
Aparenté que no lograba ver nada.
Buscó en la caja algo más y encontró el pañuelo donde su
abuela tenía sus runas. Esas piedras no solo tenían la energía de su abuela,
también tenía la energía de brujas ancestrales. Tomé las pirámides y un golpe
de energía me vino sin aviso, lo que hizo que mi mente se abriera unos
segundos. Nick lo notó, por suerte, lo que había en mi mente en ese momento fue
el accidente de los padres de Abril, lo que no fue un accidente, fue
provocado. Por suerte, Nick no alcanzó a ver quién lo había hecho, fue tan
corto el pensamiento que Nick pensó que solo había sido una fugaz revelación
que no logré retener, por lo cual bufó por la frustración. Ray preguntó en
nuestra baja frecuencia lo ocurrido y Nick se lo dijo.
―¡No hablen así! ―protestó Abril―. No sé cómo, pero sé que
ustedes pueden hablar así y entenderse y no es justo para mí.
Ray se disculpó con ella, pero no le dijo lo que habíamos
descubierto, no valía la pena, no todavía.
De pronto, sentí una corriente eléctrica, la magia de mi
hija se estaba activando. Busqué en las paredes las runas con las que Diana
había protegido la casa, seguían activas. Solo un cierto tipo de magia podía
funcionar dentro de la casa y la magia de mi hija correspondía al tipo, lo cual
me alegró, llegado el momento, podría entrenar sin problemas allí.
El inconveniente, una vez más, fue Ray. Recibió una llamada
de su secretaria para que fuera a la oficina y mi hija recibió de las runas que
aquello era una trampa y que no debía ir. Ray tampoco confiaba del todo en ella
y dudaba de que fuera la bruja que nos ayudaría a destruir a Marina.
―Debes hacerle caso, Ray, si lo dice es por algo ―dije
molesto.
―¡Tú no te metas! ―rugió y Abril se encogió en su asiento.
Luego se echó hacia atrás e hizo unos pucheros.
―No te asustes, Abril, lo siento ―se disculpó el hombre,
pero mi hija no respondió―. Abril…
Ella se levantó y caminó hacia el ventanal. Ray siguió
disculpándose. Ella no quería ceder, por lo que influí en ella, no para que lo
perdonara, sino para que recordara el amor que sentía por él, aun así, seguía
sin querer hablarlo, por lo que tuve que volver a quebrantar su espíritu. Y
lloró. Y lloró. Y lloró. Hasta que Leo intervino. Mi hija se sintió un fraude.
―No eres un fraude ―le aseguró Nick―, eres a quien
necesitamos para terminar con esto.
Saber que sus propias palabras estaban en la mente de Abril
y que Nick las acababa de pronunciar, hicieron sentir a Ray un gusano, él
pensaba que Abril era un fraude, que no era a quien esperaban.
―Si sigues con esa actitud, Abril no seguirá adelante, lo
dejará todo y no habrá vuelta atrás ―terminó Nick.
―-¿Es cierto eso? ―le preguntó a mi hija con preocupación.
―Sí ―respondió más serena y con firmeza, yo ya la había
dejado―. Ya estoy lo suficientemente cansada y asustada con todo esto, que es
nuevo y no sé cómo asimilarlo, para más encima tener miedo de ti.
Ray prometió no volver a hacerlo, solo que sus palabras y
sus promesas pesaban menos que el aire. Fingí cansancio y salí de la casa unos
minutos, debía encontrar la forma de irme sin que pensaran que los estaba
traicionando.
Ray volvió a recibir una llamada y yo volví al salón. Abril
sentía que no servía, que era una inútil y que todo se echaría a perder por su
culpa y que, de ser así, Ray no la perdonaría. Me acerqué a ella y la levanté
del sillón en el que estaba hundida.
―Escúchame, Abril, tú eres a quien necesitamos para acabar
con esa mujer de una vez, no te preocupes por lo que no sabes, buscaremos las
respuestas de algún modo, cuando llegue el momento, tú estarás preparada.
―No creo, Manuel, míreme, yo soy una tonta y una...
―No. ―La interrumpí―. No vuelvas a decir eso ni nada que se
le parezca
―Pero ¡si parece que soy de agua!
Sonreí con cariño y culpa, yo era el culpable de aquello. A
causa de Ray, claro.
―Eso no te hace tonta, pequeña, eso te hace humana y real.
―No sé si podré.
―Podrás, créeme cuando te digo que serás capaz de grandes
cosas que ni siquiera logras ima…
―¡Aléjate de ella! ―aulló Ray con los ojos rojos.
―Ray, Abril no está bien y necesita de toda nuestra ayuda. ―Comencé
a decir mientras intentaba calmarlo, también sentí la energía de Leo actuando
sobre él, entre los dos nos resultó imposible, al contrario, él comenzó su
transformación y, entonces, no habría quién lo detuviera… Bueno, sí, yo, pero
me dejaría en evidencia.
Abril se asustó y se agarró de mi chaqueta.
―¡Abril, sube a tu cuarto! ―le gritó sin mirarla, no quería
que lo viera así, aunque claro, ella sí lo estaba viendo.
―Ray…
―¡Sube a tu cuarto! ―gritó más fuerte, lo que hizo eco en la
casa.
Ella no se movió. Sin mi intervención, no tenía nada de
cobarde, y ese era un gran problema.
―¡Suuuuubeeeee! ―Su voz animal, su expresión y su rostro
casi transformado, la hicieron correr de puro pánico. Y algo de susto que le
hice sentir yo.
Joseph cruzó la sala para ir detrás de ella, pero Ray lo
agarró del brazo.
―¡Déjala! Aquí hay asuntos más importantes que resolver ―le
ordenó.
―¡Le gritaste, Ray!
―¡Debe obedecer!
―¡No es un animal!
―Es una rehén, ¿lo olvidas?
―¿Qué?
―Vino aquí secuestrada, nunca vino por propia voluntad, ¿no
es así, Manuel?
―No puedes hablar en serio ―musitó Joseph con el dolor
instalado en su pecho.
Ray continuaba a medio transformar, lo que indicaba que
estaba hablando como líder de los vampiros y no como amigo.
―Esto es serio, Manuel nos traicionará en cuanto tenga la
oportunidad y se llevará a Abril con él para hacerla parte de la conspiración
de Ricardo y Marina.
―¿Cómo será eso posible? ―intervino Max con mala actitud.
―Así, como lo está haciendo, que cada uno la sienta
vulnerable y quiera protegerla. Incluso haciendo que nos enamoremos de ella. ―Me
miró a mí y luego a Joseph que seguía conmocionado.
―No lo creo ―rebatió Leo―, si así fuera, ¿por qué
arriesgarse a venir a morir si su fin era destruirnos?
―Además, Nick lo hubiese sabido ―agregó Max―. ¿Ha pasado
algo así por su mente, Nick?
―No, al contrario, su miedo ha sido real y se siente
frustrada al no saber qué hace aquí.
―¿Y Manuel?
―No, nada. No entiende qué te pasa con él.
Ray no lo creyó, mejor dicho, no lo quiso creer y encontré
la excusa perfecta para irme.
―Será mejor que me vaya ―dije―, si no soy bien recibido aquí
y si vas a gritar a Abril por mi culpa, prefiero irme, lo único que puedo
decirte, Ray, es que estás equivocado, es cierto que quiero a esa niña, pero
jamás le haría daño. No a propósito.
―Ya intentaste separarla de mí, la querías marcar, ¿o se te
olvida?
―No quería separarla de ti, quería salvarla de ti, lo
sabes.
―No busques excusas, sabes que no es verdad, ¿qué estabas
haciendo cuando entré aquí? ¿De qué intentabas salvarla?
―Ella esperaba que yo pudiera ayudarla, necesita entender
muchas cosas.
―Ella necesita saber lo que yo le pueda decir, nada más.
Caminé hacia la puerta y sentí que Abril estaba a punto de
escapar, lo que sería muy peligroso. Me volví.
―Vete, no te quiero en esta casa ―espetó.
―Estás cometiendo un error, Ray, esto no debería ser así.
―¿Y cómo debería ser, según tú?
―Deberíamos estar ayudando a Abril a recordar, demostrarle
que no nos debe temer, hacerla confiar en sí misma y en nosotros, no que esté
en su cuarto, asustada con ganas de escapar.
―¿Y cómo sabes que quiere escapar?
―¡Vamos, Ray! ¿De verdad no lo sabes?
―Vete, Manuel, antes de que cometa una estupidez.
―Claro que me voy a ir, no voy a quedarme a ver cómo
arruinas todo por tus celos enfermizos y tu falta de confianza.
Salí de esa casa antes de arrepentirme de dejar a mi hija en
manos de ese imbécil y llevarla conmigo.
Tras andar un par de kilómetros, detuve la camioneta y me
bajé, un pobre árbol pagó las consecuencias de mi ira. Lo golpeé hasta
derribarlo. ¿Por qué todo tenía que ser tan difícil?
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