Después de mucho tiempo sin poder escribir algo completo, voy a empezar a subir algunos relatos cortos como ejercicio de escritura y de volver a las redes sociales.
Después de dos meses de estar encerrada en ese cuarto de
hospital, creí que mis pesadillas se habrían pasado, sin embargo, cuando abrí
los ojos, me di cuenta de que la respiración que escuchaba no era la mía, era
la de alguien más, alguien que no estaba allí. Era el ángel de la perdición que
había vuelto a acordarse de mí.
No podía verlo, pero sabía que era él. Su respiración pesada,
caliente, sibilante… No podía ser otro.
Cerré los ojos. No podía hacer nada más. Mi cuerpo entero se
paralizó, como si estuviera pegada a la cama. Intenté gritar, pero no fui
capaz. Solo podía rogar en silencio, aunque tampoco las palabras fluían bien en
mi mente. Era como si una neblina mental me turbara.
La oscuridad fue llenando la habitación. Hubiese querido
gritar, pero era incapaz. Nadie vendría a salvarme.
―Te dije que serías mía ―susurró justo antes de absorber mi
último suspiro.
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